viernes, 25 de julio de 2008

Indignación

Hace más o menos medio año que un hombre se aposentó en la puerta de la tienda donde trabajo y con un cartel se dedica a mendigar.
Con el paso de los días me ha ido explicando cosas que apenas entiendo, ya que su dominio del vocabulario castellano es realmente escaso, aunque se debe decir que el hombre se esfuerza en explicarse y mucho. Es de origen rumano, están aquí él y su mujer y van yendo y viniendo de su país, dependiendo de la caducidad de su permiso.
Tiene las piernas destrozadas de tanto tiempo que se pasa arrodillado a lo largo de la semana, su piel es morena y sus ojos expresan bondad. Cada mañana cuando llego me dice "Buenos días señora", cuando me voy hace lo mismo. Su mayor preocupación es que quiere trabajar y nadie le da esa oportunidad, a mi me pidió limpiar los cristales de la tienda, se acerca a cada camión que descarga material para preguntar. En Rumania tiene trabajo pero no le pagan, tiene hijos allí, no sé cuantos pues cuando le he preguntado no me ha entendido y me contesta otra cosa :), su mujer y él luchan cada día haga sol o llueva para poder llevar algo a su familia en cada viaje.

Es un buen hombre, de eso no hay duda. Mucha gente que pasa por aquí le ayuda con dinero, comida...

Lo malo, la parte cruda y fea es el resto de la gente que por desgracia son mayoría. Comentarios como que la culpa es del gobierno, que si no les dejaran pasar tendríamos el país en paz, que está lleno de inmigrantes y que le dan asco. Después están los clientes que entran en la tienda, y con una cara de asco que ya no pueden exagerar más, te preguntan qué hace aquí este mendigo? A lo que Laura responde que ya lo ha intentado echar y que luego vuelve, pero que realmente da mala imagen a la tienda. Estos clientes son los que luego despotrican de las chicas de servicio que tienen en sus casas, en la mayoría de los casos filipinas. Chicas que tienen trabajando sin contrato, con unos sueldos de mierda, a las que ni siquiera llaman por su nombre. Se limitan a decir "Ya enviaré a la filipina a buscar el pedido". Solo se me ocurre una palabra: Desgraciados.

Solo pienso que el día que se gire la tortilla, el día en que seamos nosotros los que tengamos que viajar a otros países a buscarnos la vida, que nos tengamos que separar de todo lo que ha representado nuestra vida desde que nacimos, que tengamos que dejar atrás gente a la que queremos, y todo porque no nos quede otro remedio, porque sea la única salvación para nosotros y nuestras familias...toda esta gente cruel, sin sentimientos, desgraciados y malas personas, encuentren el mismo trato que ellos dan a los que ahora vienen.

Qué mal repartido está el mundo, cuanto tiene que sufrir tantísima gente. Qué injusto es.

Trabajo en una tienda de cocinas donde la más normalita cuesta alrededor de 30.000 euros, la gente viene y las compra. Cuando entra y sale de la tienda pasa al lado de este hombre que no tiene donde caerse muerto. Eso si tiene mucha más dignidad y educación que toda la purria a la que tengo que aguantar cada día.


...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vane...que los pobres son ellos...que al final lo único que tienen es dinero.
Y todos estos, un buen día, se miran al espejo, y al ver qué vacías están sus vidas se enteran de lo pobres que son.
Y entonces, lo único que les queda, es volver a tu tienda a cambiar la cocina, con su pobre dinero...

Kisses!

Unknown dijo...

La gente que juzga tansolo demuestra una cosa: que son personas que necesitan juzgar. Fácil, no?! No nos muestran las carencias de los otros, nos muestran su propia escacés. Yo les doy las gracias, silenciosamente, para mostrarme como son, sonrio y me alejo. Son tan pobres que necesitan buscar razones constantemente para seguir enfadados. Cualquier razón será buena para enfurecerse con la vida. Bueno, están en su proceso... cambiarán si tienen que cambiar, pero yo no voy a sentirme disgustado por eso. No quiero esa energía en mi vida.
Sonrie!